Ana María Ojeda revisó cien años del diario El Mercurio de Valparaíso para su tesis de magister en Historia: Rasgos culturales de la muerte en el siglo XIX, Cementerio N°1 y de Disidentes de Valparaíso. No había estudios previos. Desde 1830 a 1930, página por página, fue reconstruyendo la historia fúnebre de la ciudad.
Uno de sus descubrimientos: las diferencias sociales a través de los ritos mortuorios. Cuando moría una persona importante las franjas negras de la diagramación de El Mercurio eran más gruesas; así, sin hacer explícita la noticia se homenajeaba al recién fallecido. La alta sociedad se enterraba en el Cementerio N° 1 y 2 en el Cerro Panteón, y si eran protestantes en el de Disidentes, mientras que la plebe tenía como destino final Playa Ancha, el Cementerio N° 3; eso si podían pagar los dos pesos que costaba, si no les esperaba una sepultura sin responso en lo alto de los cerros.