En la antigüedad, las imágenes monumentales de piedra encarnaban el espíritu de cada ancestro en particular y proyectaban su mana a través de la mirada. Después del abandono de los moái –y debido a la necesidad de obtener bienes de los visitantes extranjeros–, las imágenes se convirtieron en objetos de intercambio. Algunas de esas piezas cuentan historias fascinantes, producto de la indomable creatividad isleña.
En la antigüedad, las imágenes monumentales de piedra encarnaban el espíritu de cada ancestro en particular y proyectaban su mana a través de la mirada. Después del abandono de los moái –y debido a la necesidad de obtener bienes de los visitantes extranjeros–, las imágenes se convirtieron en objetos de intercambio. Algunas de esas piezas cuentan historias fascinantes, producto de la indomable creatividad isleña.